Los ajustes de sueldos mínimos son solidarios? Son egoístas?
- Martin Ramirez Ch.
- 11 oct 2018
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2021

Es claro que cuando aumenta la demanda de un bien, y la oferta es estática, el precio de ese bien aumenta. Lo contrario se sotiene. De manera similar, cuando la economía crece aumenta la demanda laboral, y en una crisis, las empresas demandan menos empleo porque sus ventas se reducen. Esto es importante porque así el país reduce sus costos de producción, se vuelve más competitivo internacionalmente, aumenta sus exportaciones y su atracción de inversiones volviendo a fortalecerlo a un mediano plazo. Esta es la teoría de autocorrección de los mercados.
El objetivo del artículo es entender dentro de posibles escenarios, la toma de decisión de un gremio de empleados frente a un aumento o reducción de salarios. Estas lecciones nos sirven a todos (gremios, estado y empresarios) como herramientas de crear un mejor país. Para este artículo solamente tomo en cuenta al grupo de empleados y dejo por fuera al grupo de empresarios y el estado. Un análisis con interacciones entre los 3 distintos agentes sería más complejo y mucho más largo. Sin embargo pienso realizar un análisis aislado para los empresarios, similar a éste en el futuro próximo.
Richard Thaler, galardonado con el Nobel de Economía en 2017 por su trabajo en cuanto a la economía del comportamiento menciona una parte de este ejemplo en su libro MISBEHAVING. Yo he tomado parte de su ejemplo y aquí realizo un análisis más integral.
El caso es el siguiente: Los trabajadores o empleados agremiados, frente a un crecimiento de la economía, exigen usualmente al empresario (a través del Consejo Nacional de Trabajo y Salarios y otras instancias) un aumento salarial para igualar a la inflación (si la hay), o sino debido a que sienten que así lo merecen ya que ellos generaron una parte de la productivdad. El último aumento en el salario mínimo fue de $11, pasando de $375 a $386 en diciembre 2017, un aumento del 3%.
En base a la resolución que fue tomada en 2017, se podría decir que ese gremio de trabajadores es relativamente unido, progrupal y adversos al riesgo. Es unido pues decidieron conjuntamente que ese excedente generado y negociado sea destinado al aumento de la masa salarial y que se lo distribuya igualitariamente a todos los empleados y así, aumente en $11 el salario de cada persona. Este es un comportamiento progrupal porque pensaron en todos los miembros del grupo (asumiendo que todos ganan el básico). Pero además son adversos al riesgo.
Digo que son adversos al riesgo pues podrían haber propuesto que ese excedente se lo rife entre todos los empleados formales que ganan el sueldo básico, y se elijan al azar a un 25% de esos empleados como ganadores y que ellos accedan a un aumento de $44 mientras el resto permanece con sus $375. Esta decisión de la rifa seguiría siendo justa (siempre que el proceso sea justo) pues todos tienen la misma probabilidad de ganar, y la utilidad esperada seguiría siendo $11 para cada trabajador (25% x $44). Pero este escenario sería riesgoso para cada individuo; y como vemos que los empleados prefieren asegurar su aumento así sea menor que si resultasen como ganadores en la rifa (más vale pajaro en mano que cien volando), se concluye que son adversos al riesgo.
También mencionamos que es una solución progrupal pues los líderes podrían haber negociado corruptamente con los empresarios para ellos ganar un 50% de ese aumento, manteniendo el sueldo estático y ahorrando un 50% a los empresarios actuando de manera egoista y solo a interés personal.
Sin embargo, desde una perspectiva utilitaria y como sociedad, esa resolución no es es prosocial. Esto porque solo pensaron en si mismos como grupo (mostrando un sesgo o favoritismo grupal) y no tuvieron en cuenta a los excluidos. Es decir son grupalmente egoistas. Para entender esto pensemos en otro escenario, uno más prosocial y sobretodo solidario. En este escenario existe un movimiento pareto superior (donde todos mantienen o mejoran su posición). El escenario sería donde todos los empleados actuales, pensarían más allá de si mismos y decidirían que el sueldo debe permanecer igual, pues así, algunos de sus compañeros empleados inadecuadamente (61% de la PET a junio 2018) podrían acceder a empleos formales. Por cada 33 empleados que mantengan su sueldo, se podría agregar uno extra, aumentando el número de empleos en un 3%. Su decisión fue progrupal (no prosocial) y adversa al riesgo.
Ahora. Que pasa cuando ocurre una crisis o desaceleración y supongamos que la tajada de la crisis que el empleo formal debería absorber es un -2%.
Para iniciar hay que establecer cual ha sido la posición tomada, la real. La ley establece que una reducción del sueldo no consentida equivale a un despido intempestivo. Es decir, es ilegal reducir un sueldo a un trabajador. Para haberse aprobado esta ley, debieron existir solicitudes y presion de los gremios de los trabajadores hacia los legisladores quienes compartieron esta posición de evitar un ajuste del mercado de los sueldos hacia abajo que sería el equivalente a la tajada que debería asumir la masa salarial respecto a la pérdida de valor de la economía para poder sostener el mismo número de empleos. Esta decisión, según la economía, sería categorizada como una decisión riesgosa (actitud de un grupo amante al riesgo) y también sería egoista o individual.
Sería una decisión de alto riesgo porque, cuando se fija el precio de la oferta (valor del salario en $386) y la demanda cae, existirá un desequilibrio (una escasez de demanda de empleo) por tanto, para ajustarse, las empresas deberán reducir la masa salarial en 2%.
El escenario que se produce es que todos los trabajadores en conjunto han optado por que cada uno juegue una lotería, en donde existe un 2% de probabilidad de que pierdan todo su sueldo, es decir pierdan su empleo, y un 98% de probabilidad de que continuen igual. Así, a la final existirá un 2% de empleados miembros del grupo que lo pierden todo. Entonces se puede concluir que el grupo de empleados dijeron "al que le toca, le toca, la suerte es loca" es decir, cada persona por sí misma. Una decisión egoista y riesgosa.
El otro escenario, que sería progrupal y adverso al riesgo, sería en donde como grupo, se elija que cada uno de los trabajadores reduzca su sueldo en 2% y así, todos los miembros del grupo se mantienen con empleo. Bajo este enfoque no habría riesgo y sería una decisión progrupal coherente con la solución tomada en época de bonanza.
El escenario de una decisión prosocial sería de carácter altruista. Todo el grupo debería decidir reducirse el sueldo en 4% y así generar un 2% de empleo adicional, para aquellos desmpleados formalmente. Esto, en el Ecuador, es imposible. El escenario de que todos asuman una pérdida de 2% es casi ilegal. Legislativamente se lo puede hacer y se lo ha hecho con el sueldo del jerárquico superior de los empleados del estado en el tiempos de Correa, sin emabrgo, hasta donde sé, en la historia reciente nunca ha ocurrido esto con el sueldo básico que afectaría a la gran mayoría de la gente y se generaría un impacto importante para la competitividad.
Como vemos, cuando hay excedentes, la decisión es progrupal y adversa al riesgo. Cuando existe una crisis y se debe realizar un ajuste, la decisión es individualista y riesgosa. Esto en la economía conductual es una anomalía o violación de las preferencias de los agentes económicos, en un mismo momento en dos decisiones distintas somos amantes y adversos al riesgo, progrupales o individualistas.
Vemos por tanto que esa decisión de la union nacional de trabajadores o su equivalente no es solidaria ni tampoco prosocial. La solidaridad involucra como se diría "plata y persona". Es decir estar dispuestos a sacrificar algo por el bien del otro. En el escenario de crecimiento lo que vemos es una cooperación intragrupal o tribal y un favoritismo hacia adentro del grupo, excluyendo o discriminando a los fpráneos al grupo (desempleados), por tanto no es prosocial (pues se pensaría en la sociedad total). En el escenario de la crisis, todos se vuelven individualistas pues intentan salvar su propio pellejo, ya que hay un 98% de probabilidades de no perder nada y están dispuestos a correr el riesgo.
La economía conductual tiene una gran explicación psicológica y coherente. La aversión a la pérdida (o loss aversion) un sesgo encontrado por Richard Thaler. La idea es que la carga emocional que produce el perder algo es el doble que si se ganara la misma cantidad. En inglés comúnmente se lo dice (losses loom larger than gains).
Ya que los seres humanos preferimos hacer todo lo posible para no perder algo, estamos dispuestos a correr riesgos o jugar loterías en donde existe una esperanza de no perder nada. Por el contrario, cuando se trata de ganar algo, buscamos asegurar esa ganancia. Otro ejemplo es cuando una persona compra la lotería y a la vez compra un seguro para no perder riqueza por la probabilidad de una enfermedad. Esta es una razón por la cual ser emprendedor arriesgando mucho es tan difícil, y la mayoría de personas optan por la estabilidad o la certidumbre de un ingreso menor como empleado cuando existe esa opción. También es el por qué, el Ecuador tiene tanto emprendedor a la fuerza, es decir no tienen oportunidad de un empleo formal estable, por tanto, para no perder y sobrevivir, los desempleados recientes elijen emprender arriesgando capital, tiempo y reputación. Ya tenemos la tasa más alta de emprendedores de la región, y es posible que si existe una crisis en los próximos años, esto se potencie.
El por qué solo llegamos a ser progrupales y no prosociales tiene una explicación en la economía evolutiva. Los seres humanos estamos, hasta la actualidad, diseñados para confiar naturalmente en los miembros de una misma tribu o grupo. Es decir de manera natural confiamos en miembros de un grupo, incluso si es un grupo de desconocidos pero con una marca identificativa la cual también tenemos. No estamos diseñados para confiar naturalmente en extraños o entre tribus. Ahí el meollo del asunto. Siempre existirá el nosotros versus ellos, problema que se anda agravando en los últimos años a nivel nacional y global evidenciado por el creciente nacionalismo en el mundo. Sino me creen, solo vean el xenofobismo frente a los venezolanos por parte de los ecuatorianos o piensen en Trump!
La economía conductual o del comportamiento, a través de Herbert Simon (Nobel 1978) Khaneman (Nobel 2002), Taversky y Thaler (Nobel 2017) principalmente, evidenció muchas anomalías respecto a la teoría de cómo los agentes económicos deberían comportarse: con una actitud estable frente al riesgo, preferencias estables y coherentes, racionalidad ilitimada, pensamiento egoista o de maximización de sus beneficios, entre otras. La realidad es otra. Esos agentes, somos personas con emociones, volátiles, cambiantes, todo en función del cuando, cómo y por qué. No somos estables, no somos consecuentes, al menos en muchas ocasiones. Un ecuestador al preguntar sobre si una persona es o no aversa al riesgo, tendría que escribir en su formulario: depende. Y probablemente perdería su trabajo como encuestador.
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